La palabra cáncer está rodeada de estereotipos, todos nefastos. Tanto se han utilizado a lo largo de los años que hoy por hoy seguimos arrastrando dogmas de medicina antigua que no abonan a la cura de esta enfermedad.
Empecemos por el origen de la palabra “Cáncer” que etimológicamente puede ser vinculada a idiomas como el griego o el sánscrito, en ambos con el mismo significado “cangrejo”. Posiblemente haciendo referencia a la tenacidad con la que este animal se aferra a las rocas y no cae aun y a pesar de los embates del oleaje, o tal vez a la dureza del caparazón y que ocasionalmente el tumor superficial de piel suele mostrar en los pacientes. Lo cierto es que los médicos de la época como Hipócrates y Galeno, en Grecia; solían referirse a este grupo de enfermedades en las que aprecian tumores sólidos, con la palabra “cáncer” o Cangrejo en su traducción literal.
Inconscientemente se le dio un carácter vivo e independiente del cuerpo; como animal agresor y dañino, difícil de combatir. De ahí que la posible cura para la enfermedad han desplegado tipos variados pasando por lo mágico- religioso a lo intuitivo y referencial. Como ejemplo el uso de emplastos, hierbas, tomas mágicas etc. Como mito esto ha sido muy dañino, ya que retrasó el uso del modelo científico para explicar la enfermedad varios centenares de años. A diferencia de otras ciencias como le física o la matemática, en donde el ensaño, prueba – error y la comprobación fueron su dogma casi desde el principio.
Ahora a luz de la investigación sabemos que el cáncer es una enfermedad curable, con explicaciones lógicas y orígenes definidos.
Que el cáncer es una enfermedad trasmisible; es una frase mitificada que generó exclusión y discriminación a lo largo de los años, ya sea porque el enfermo se consideraba maldito y por lo tanto su contacto acarrearía maldición, como por el hecho de un posible contagio solo con interactuar con un paciente. De ahí que se deriva la frase folclórica” que mal cáncer te coma”.
El cáncer no es una enfermedad infecto contagiosa como lo es la tosferina o el sarampión y si bien es cierto que se puede inocular células cancerosas en roedores con propósitos de investigación para medir el efecto de una droga u otro tratamiento, entre humanos no hay registro que las células pueden transferirse por los fluidos o el contacto entre paciente y huésped no enfermo.
La exclusión solo genera deterior del paciente, pues al sentirse abandonado por sus seres amados su sistema inmunológico puede deteriorarse y sufrir de una muerte más prematura. Por otro lado la calidad de vida de los pacientes se ve infinitamente afectada por el señalamiento y el estigma, olvidando con ello que todos tenemos derecho a una muerte con dignidad.
Las armas más efectivas contra el cáncer son la compasión, la fe y decisiones médicas adecuadas y en el momento oportuno. El cáncer es curable y debe combatirse no como a un animal mítico o quimera, sino como una enfermedad con una cura alcanzable.