El asesino silencioso.
7 de cada diez mujeres tiene una etapa avanzada al momento del diagnóstico, generalmente con metástasis diseminadas en la cavidad abdominal que produce “hinchazón” del abdomen, por colección de líquido, dolor así como inflamación de las piernas cuando hay metástasis en los ganglios de la pelvis o de la columna, palidez por anemia crónica. Generalmente estas pacientes requieren de múltiples tratamientos para recuperarse, y un porcentaje de las pacientes muere a pesar de los intentos.
Otros síntomas frecuentes son plenitud abdominal luego de comer, y algunas veces síntomas urinarios como ardor, y frecuencia urinaria aumentada frecuente. Generalmente por la presión de los tumores sobre la vejiga urinaria o infiltración de esta.
El diagnóstico de esta enfermedad es relativamente fácil.
Comencemos por la historia familiar, es decir los antecedentes familiares, en los que hay grupos de familias que tienen lo que se llama “síndrome de cáncer hereditario seno y ovario” ligado al oncogén BRCA1/2. ( http://cancerfamiliar.institutoroche.es/sindrome_cancer_pres.php) se presenta hasta en el 10% de las pacientes con cáncer de ovario y deberá ser heredado a un familiar consanguíneo en primera línea. E incrementa el riesgo de padecer la enfermedad en algún momento de la vida generalmente luego de los 50 años, hasta en un 44%.
Se utilizan métodos como el ultrasonido abdominal y vaginal, para observar el aparato reproductor femenino y la cavidad abdominal. Usándose también Tomografía y resonancia magnética para tener mayor definición de imágenes.
Cuando el diagnostico se sospecha por imágenes debe pasarse a la siguiente etapa de diagnóstico y es tomar un examen en sangre que puede elevarse en la mayoría de los casos, este es el CA 125, marcador tumoral que puede cuantificarse en sangre en una toma muy simple en el laboratorio tomado en ayunas,. Es útil para diagnosticar y vigilar resultados de tratamiento.
Cuando es factible la paciente debe ser sometida a cirugía para retirar el o los tumores identificados que pueden estar en uno o los dos ovarios cuando es una enfermedad bilateral. Cuando se tiene la confirmación de patología, debe pasarse a quimioterapia sistémica, ya que es el tratamiento que mejores resultados ofrece en terminas de sobrevida y control tumoral a largo plazo.
La radioterapia tiene un papel modesto en esta patología dejándose para tratamiento de síntomas graves como dolor, o tumores recurrentes que no pueden ser operados. Cuando se usa, esta debe ser de alta tecnología, para evitar dañar los órganos delicados del abdomen y la pelvis.
Es pues esta enfermedad muy grave ya que se diagnostica la mayor parte de veces en etapas avanzadas. Y sugerimos ante cualquiera de los síntomas referidos si tiene más de dos semanas debe consultar y descartar que no está presenta la enfermedad.
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